Cuatro días en Buenos Aires sirven sólo para estimular los sentidos y quedar con las ganas de volver.
Es necesario, para un tiempo tan limitado y una oferta tan
extensa, estar acompañados por un guía que además te conozca y conociéndote,
pueda llevarte principalmente a los sitios de tu interés. Yo tuve la suerte de
viajar con mi hija, quién había disfrutado (y se había quedado con el gusto),
de la ciudad y sus rincones maravillosos.
Lo primero que hicimos fue buscar un hotel que se ajustara a
nuestro presupuesto, y que además nos quedara ubicado cerca de los sitios que
más nos interesaba recorrer, escogimos San Telmo, con sus calles
abarrotadas de mercados y negocios de antigüedades, su aire bohemio, lleno de
rincones para descubrir. Es importante contar con un día domingo para recorrer
el mercado. Los otros dos objetivos eran la librería “Ateneo Grand Splendid”,
y “Café San Juan”.
Conocedora de las tentaciones que encontraríamos al recorrer
Buenos Aires, y para no perder la brújula, tan pronto nos registramos en el
hotel, nos dirigimos a la librería Ateneo Grand Splendid en la Ave. Santa Fe,
en el Barrio de Recoleta. He de aclarar, que hay varias sucursales de las
librerías Ateneo, por lo que cuando ustedes relaten que estuvieron en la
librería Ateneo, si no aclaran que fue en la “Grand Splendid”, cualquiera podrá
decir -si, yo también estuve ahí- sin
ninguna emoción, y es que no conocieron la Grand Splendid.
El atractivo del Ateneo Grand Splendid, además de su oferta extensa en libros de todo tipo, así
como de películas, es que es una joya de librería, fue elegida por el periódico
británico “The Guardian”, como la segunda librería más hermosa del mundo. Se
estableció en lo que fuera el teatro Grand Splendid, construido entre 1917 y
1919 por el empresario de origen austríaco Mordechai David Glücksman con la finalidad de hacer funcionar un
cine-teatro.
Estar simplemente allí, es una experiencia maravillosa, es
recomendable visitarla sin apuro, con tiempo suficiente para buscar tus libros de
interés, recorrerla sin prisas, dejándose sorprender, seleccionando todos
los libros que quieres llevar, revisarlos mientras haces un alto sobre el
mismo escenario en dónde se encuentra el restaurante, disfrutar de un café o un
almuerzo, y finalmente escoger los libros que te puedes llevar.
Nosotras nos tomamos todo el tiempo que quisimos, pues para
ese sábado, los planes eran Ateneo Grand Splendid y Café San Juan. Aquí aparecimos alrededor de las ocho de la noche, sin reservas, lo cual fue una
mala recomendación de la recepción del hotel, pues antes de las nueve ya estaba
repleto. Tuvimos suerte y nos ubicaron en la barra, no del bar, sino de la
cocina, lo que representó una suerte doble, pues pudimos estar literalmente “en
la cocina”, degustando unos platillos deliciosos, tal como me los había
imaginado.
El destino del domingo, era recorrer el mercado de antigüedades de San
Telmo, allí no sólo vas a encontrar antigüedades sino toda suerte de souvenirs,
artículos de cuero y artesanías. Es largo el recorrido pero maravilloso
perderse entre tantas curiosidades.
Es bueno tener en cuenta, que no se pueden tomar fotos en
todos los puestos de ventas, a muchos de ellos esto los molesta.
Desde allí seguimos caminando hasta Puerto Madero, el cual
recorrimos, extenuadas, hasta que paramos para almorzar. La oferta de
restaurantes es muy amplia, para complacer todos los gustos, así como caminar
para hacer fotos y conocer los puntos turísticos.
Lo que quedó de la tarde lo distribuimos en Recoleta, recorrimos
Buenos Aires Design, comprando algunos regalitos. Con el tiempo justo,
alcanzamos a encontrar el mausoleo en dónde reposan los restos de Evita Perón.
A las seis en punto de la tarde suena una campana para avisar que la visita al
cementerio termina y que sus puertas se cierran. Terminamos la tarde con un
café en la Biela frente a un gomero ancestral.
El lunes quedó para hacer una visita rápida a algunos íconos
de la ciudad como son, el Congreso Nacional, la Catedral, la Casa de Gobierno,
Florida, Galerías, revisar otras librerías, caminar por corrientes.
El Palacio
Barolo fue una visita interesante, es una obra de arquitectura inspirada en la Divina Comedia de Dante, nos tomó bastante tiempo recorrerla, no
recomendada para quienes teman a las alturas, espacios estrechos, o que tengan
problemas en las rodillas. Terminamos cenando de nuevo en Puerto Madero.
El martes nos separamos, cada una a su respectivo destino,
no sin antes tomarnos un café en San Telmo y darle una última mirada a algunas
tiendas de antigüedades.
Mucho quedó por conocer, todavía alcancé a visitar el Museo
Latinoamericano de Arte Moderno y un pequeño almuerzo en Amici Miei.
Cuatro días en Buenos Aires, zapatos cómodos y tu hija de guía
y compañía, no tiene precio!