10 de agosto de 2013

Cuatro días en Buenos Aires

Cuatro días en Buenos Aires sirven sólo para estimular los sentidos y quedar con las ganas de volver.
Es necesario, para un tiempo tan limitado y una oferta tan extensa, estar acompañados por un guía que además te conozca y conociéndote, pueda llevarte principalmente a los sitios de tu interés. Yo tuve la suerte de viajar con mi hija, quién había disfrutado (y se había quedado con el gusto), de la ciudad y sus rincones maravillosos.
Lo primero que hicimos fue buscar un hotel que se ajustara a nuestro presupuesto, y que además nos quedara ubicado cerca de los sitios que más nos interesaba recorrer, escogimos San Telmo, con sus calles abarrotadas de mercados y negocios de antigüedades, su aire bohemio, lleno de rincones para descubrir. Es importante contar con un día domingo para recorrer el mercado. Los otros dos objetivos eran la librería “Ateneo Grand Splendid”, y “Café San Juan”.
Conocedora de las tentaciones que encontraríamos al recorrer Buenos Aires, y para no perder la brújula, tan pronto nos registramos en el hotel, nos dirigimos a la librería Ateneo Grand Splendid en la Ave. Santa Fe, en el Barrio de Recoleta. He de aclarar, que hay varias sucursales de las librerías Ateneo, por lo que cuando ustedes relaten que estuvieron en la librería Ateneo, si no aclaran que fue en la “Grand Splendid”, cualquiera podrá decir -si, yo también estuve ahí- sin ninguna emoción, y es que no conocieron la Grand Splendid.
El atractivo del Ateneo Grand Splendid, además de  su oferta extensa en libros de todo tipo, así como de películas, es que es una joya de librería, fue elegida por el periódico británico “The Guardian”, como la segunda librería más hermosa del mundo. Se estableció en lo que fuera el teatro Grand Splendid, construido entre 1917 y 1919 por el empresario de origen austríaco Mordechai David Glücksman  con la finalidad de hacer funcionar un cine-teatro.
Estar simplemente allí, es una experiencia maravillosa, es recomendable visitarla sin apuro, con tiempo suficiente para buscar tus libros de interés, recorrerla sin prisas, dejándose sorprender, seleccionando todos los libros que quieres llevar, revisarlos mientras haces un alto sobre el mismo escenario en dónde se encuentra el restaurante, disfrutar de un café o un almuerzo, y finalmente escoger los libros que te puedes llevar.
Nosotras nos tomamos todo el tiempo que quisimos, pues para ese sábado, los planes eran Ateneo Grand Splendid y Café San Juan. Aquí aparecimos alrededor de las ocho de la noche, sin reservas, lo cual fue una mala recomendación de la recepción del hotel, pues antes de las nueve ya estaba repleto. Tuvimos suerte y nos ubicaron en la barra, no del bar, sino de la cocina, lo que representó una suerte doble, pues pudimos estar literalmente “en la cocina”, degustando unos platillos deliciosos, tal como me los había imaginado.
El destino del domingo,  era recorrer el mercado de antigüedades de San Telmo, allí no sólo vas a encontrar antigüedades sino toda suerte de souvenirs, artículos de cuero y artesanías. Es largo el recorrido pero maravilloso perderse entre tantas curiosidades.
Es bueno tener en cuenta, que no se pueden tomar fotos en todos los puestos de ventas, a muchos de ellos esto los molesta.
Desde allí seguimos caminando hasta Puerto Madero, el cual recorrimos, extenuadas, hasta que paramos para almorzar. La oferta de restaurantes es muy amplia, para complacer todos los gustos, así como caminar para hacer fotos y conocer los puntos turísticos.
Lo que quedó de la tarde lo distribuimos en Recoleta, recorrimos Buenos Aires Design, comprando algunos regalitos. Con el tiempo justo, alcanzamos a encontrar el mausoleo en dónde reposan los restos de Evita Perón. A las seis en punto de la tarde suena una campana para avisar que la visita al cementerio termina y que sus puertas se cierran. Terminamos la tarde con un café en la Biela frente a un gomero ancestral.
El lunes quedó para hacer una visita rápida a algunos íconos de la ciudad como son, el Congreso Nacional, la Catedral, la Casa de Gobierno, Florida, Galerías, revisar otras librerías, caminar por corrientes. 
El Palacio Barolo fue una visita interesante, es una obra de arquitectura inspirada en la Divina Comedia de Dante,  nos tomó bastante tiempo recorrerla, no recomendada para quienes teman a las alturas, espacios estrechos, o que tengan problemas en las rodillas. Terminamos cenando de nuevo en Puerto Madero.
El martes nos separamos, cada una a su respectivo destino, no sin antes tomarnos un café en San Telmo y darle una última mirada a algunas tiendas de antigüedades.
Mucho quedó por conocer, todavía alcancé a visitar el Museo Latinoamericano de Arte Moderno y un pequeño almuerzo en Amici Miei.

Cuatro días en Buenos Aires, zapatos cómodos y tu hija de guía y compañía, no tiene precio!